lunes, 6 de mayo de 2013

TRIPLE ELVIS. WARHOL. 1963

     Elvis Presley aparece por primera vez en la producción de Warhol en 1962, en obras como Red Elvis o Elvis 49 Times. En estas obras es sólo el rostro del "rey" lo que se repite, pero es con la serie realizada en 1963 para la segunda exposición de Warhol en la galería Ferus cuando el artista selecciona la imagen por excelencia de Elvis,  aquella en la que encarna el mito de manera definitiva. Se trata de una fotografía promocional, una postal de Elvis en pose de pistolero; capaz de sintetizar al mismo tiempo su carrera cinematográfica y su célebre movimiento de piernas. Estampados sobre un barniz planeado al aluminio o reproducidos en technicolor, en el montaje de la Ferus los Elvis debían literalmente acorralar al espectador, multiplicándose a su alrededor como clones. Con este fin Warhol evita cortar los rollos de tela, dejando que se pierdan los límites del cuadro y que la sucesión  de la imágenes se dilate hacia el infinito, como una galería de espejos. 

     En este caso, las tres figuras mantienen una distancia de seguridad, pero persiste la sensación de inquietud generada por su yuxtaposición, confiriendo a la obra un inédito impacto emotivo, mientras que lo habitual es que la repetición actúe anestesiado y anulando la emoción.






     

miércoles, 1 de mayo de 2013

EL MAESTRO DEL PRADO. JAVIER SIERRA.

     El maestro del Prado es un misterioso personaje que se ofrece a explicarle a Javier Sierra las claves ocultas de sus pinturas más célebres. Según el inesperado maestro, visiones místicas, anuncios proféticos, conspiraciones, herejías y hasta mensanjes que parecen llegados de otro lado inspiraron a maestros como Rafael, Tiziano, el Bosco, Juan de Juanes, Botticelli, Brueghei o el Greco. 

     ¿Realidad?, ¿ficción?, ¿libro de aprendizaje?, ¿novela de misterio?, todo esto puede decirse de El maestro de Prado. Porque el libro posee elementos tan distintos como complementarios. Unos hechos novelados que el autor propone reales; un recorrido por el Museo del Prado en el que los cuadros cobran vida y sus pintores se convierten en verdaderos protagonistas de unos hechos históricos inquietantes, y una trama muy bien urdida en la que no faltan las sorpresas y los giros argumentales.