Cine

NOSFERATUS. VAMPIROS EN EL CINE MUDO.


     La película de Murnau se sitúa dentro del marco del expresionismo alemán, movimiento cultural que foja en la Alemania anterior a la Primera Guerra Mundial y que cobra mayor actividad tras el fin de esta.
Sus influencias hay que buscarlas en pintores como Munch, Klee o Kandinsky, y en la tradición fantástica del romanticismo alemán, representada en escritores como Adalbert Von Chamiso y E.T.A Hoffman, entre otros.
 
     El film de Murnau, Nosferatu, es la primera y última producción de Prana Films, productora creada por Albin Grau y Enrico Dieckmann. Su fecha de estreno es marzo de 1922.
El guión de Heinrich Galeen es fiel a la novela Drácula. Narra la historia de Hutter (equivalente del personaje de Jonathan Harker), encargado de viajar al castillo del conde Orlock (Drácula), en los Cárpatos. Allí debe encargarse de los trámites de compra de una propiedad que el aristócrata transilvano desea adquirir en la ciudad de Bremen. De allí parte Hutter, tras una triste despedida de su amada esposa Ellen (Mina Harker), parte hacia Transilvania. Durante el viaje, es advertido por los del lugar sobre la siniestra reputación del noble.
 
     El último tramo hasta el castillo lo hace en el carruaje del conde, conducido por él mismo de incógnito. A su llegada, le recibe Orlock, un ser de repulsiva apariencia: cráneo rasurado, orejas puntiagudas, manos como garfios y andares rígidos. Hutter tramita los asuntos legales durante las noches y duerme durante el día.
 
     Una serie de extraños hechos con relación al conde hacen que Hutter sospeche de la auténtica naturaleza del conde: su atracción por la sangre tras hacerse un corte en un dedo, los comentarios sobre el cuello de Ellen o las extrañas marcas aparecidas en su cuello. Al leer ciertos pasajes de El libro de los vampiros, que lleva con él, y al descubrir a Orlock durante su descanso diurno, dentro de un ataúd situado en las criptas del castillo, Hutter confirma que el conde es un vampiro.
    
     Sin ocultar su condición de nosferatu, Orlock ataca por última vez a Hutter, dejándole exangüe y abandonado en el castillo. Tras esto, el vampiro parte hacia Bremen en una carreta cargada de ataúdes que contienen tierra del castillo, necesaria para su reposo.
    
     Al mismo tiempo, Ellen nota todos los padecimientos de su esposo gracias a  su nexo telepático que les une.
    
      El vampiro llega a un puerto del Mar Negro, donde embarca en un navío rumbo a Bremen, oculto en los mencionados féretros. Hutter, tras lograr huir del castillo, emprende frenéticamente el regreso a su hogar por vía terrestre.
    
    Durante la travesía marítima, el vampiro extermina a toda la tripulación para beber su sangre. Todos perecen, salvo el capitán, que se ata al timón en un vano intento de gobernar el barco a toda costa. El buque hace su entrada en el puerto de Bremen con el cadáver del capitán presidiendo el puente. Tanto Ellen como Knock advierten la venida del vampiro
    
     Al mismo tiempo, llega Hutter, que se ha visto retrasado al haber tenido que guardar reposo en un hospital debido a las secuelas de su encuentro con Orlock.
    
     La aparición de Nosferatu desencadena la peste, que causa estragos entre la población. Ellen descubre la relación entre vampiro y plaga gracias a esa especie de sexto sentido que parece poseer. Mediante la lectura de El libro de los vampiros, descubre la forma de acabar con el no muerto: una mujer de corazón puro deberá sacrificarse y retener al vampiro hasta que cante el gallo y amanezca, momento en que el nosferatu será fulminado por los rayos del sol.
    
    De noche, Ellen hace que Hutter vaya en busca del profesor Bulwer (equivalente de Van Helsing), momento que ella aprovecha para invitar a Nosferatu y dejar que la muerda. Como había previsto, el canto del gallo sorprende al vampiro que, pese a las advertencias telepáticas de Knock, cae fulminado por los rayos del sol y es desintegrado en el acto. Su muerte trae el fin de la peste, pero también acaba con la propia Ellen, que expira en los brazos de Hutter.
 
 
     Como se puede comprobar en la novela, los cambios de los nombres de los personajes y la ambientación de la acción en Bremen durante el año 1838, fecha en que fue realmente asolada por una epidemia real, no enmascaran la fuente original del argumento. Florence Stoker, la viuda de Bram Stoker, tuvo conocimiento del film un mes después de su estreno. De inmediato, inició acciones legales contra Prana Films, con la ayuda de la sociedad de autores británica. La sentencia se dictó tres años después, en julio de 1925. Condenaba a la productora y ordenaba la destrucción de los negativos y de las copias del film. Quizá las razones por las que la compañía se declaró en bancarrota en 1924 no se deban a esta sentencia condenatoria. Hubo mala gestión ya que el gasto de publicidad en el estreno superó con creces el presupuesto del rodaje.
 
 
     Afortunadamente no todas las copias se perdieron. La productora había comenzado la distribución comercial de la película poco después del estreno y algunas copias sobrevivieron a la persecución de la justicia y de Florence Stoker. Años más tarde, el acuerdo que la viuda alcanzó con la Universal Pictures para llevar Drácula al cine, autorizaba a la productora a poseer una copia de la cinta de Murnau.
 
     El investigador y cineasta madrileño Luciano Berriatúa presentó una versión restaurada en 1979, gracias a una labor de investigación de varios años, realizada en colaboración con diversas filmotecas europeas. En 1984, Bearriatúa descubrió una copia original completa en París, que data de 1922.

     Cabe señalar, desde un punto de vista estético y estilístico, que Nosferatu no es una película expresionista en un sentido ortodoxo. A diferencia de los delirios arquitectónicos y la atmósfera onírica de El gabinete del Dr. Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari, Robert Wiene,1919), cuyos decorados eran auténticos lienzos, obra de destacados pintores expresionistas, en Nosferatu hay un abundante uso de exteriores. Los decorados no son, en absoluto, recargados. Al contrario: casi podemos calificarlos de ascéticos.
    
     Murnau otorga al film una innegable impronta pictórica, inspirada en las obras de Franz Marc, Alfred Kubin y Kaspar David Fiedrich, entre otros. Crea una atmósfera realista que se torna inquietante y tétrica. En este sentido, el film se caracteriza por su tendencia naturalista, algo totalmente contrario a los cánones del expresionista.
 
     Los exteriores urbanos fueron rodados en diversas ciudades costeras del mar Báltico, como Rostock y Lubeck. Transilvania fue recreada en la región de Eslovenia, y los exteriores, en los estudios Jofa de Berlín.
Luciano Berriatúa identifica el castillo de Nosferatu como la fortaleza Oravsky, y Ángel Gómez Rivero señala que se trata de una construcción del siglo XIII, cercana al río Orava, en Eslovaquia, y apunta que, posteriormente, fue convertida en una fábrica.
 
     Respecto a la iluminación, el uso de contraluces no es tan exagerado como en otras obras del periodo. Ni siquiera en las tomas de interiores lóbregos, como en ciertas escenas del castillo, o en las que suceden en las bodegas del barco que lleva al vampiro a Bremen.
La introducción de estos elementos en la película no obedece a criterios simplemente estéticos. También dotan de un contenido simbólico a la trama.
 
     El  amor que se profesan Ellen y Hutter contrasta con la soledad y maldad del vampiro. El matrimonio es joven, vital y físicamente bello, en contraste con el aspecto repulsivo, enfermizo y demacrado de Nosferatu, el portador de la muerte que lleva la plaga hasta Bremen.
 
     Las moradas son totalmente opuestas: la casa del matrimonio es luminosa, está repleta de flores e impregnada de felicidad. El castillo del vampiro es lóbrego y ruinoso.
 
     Al igual que otras obras de la escuela expresionista, Nosferatu también delata un trasfondo que podemos vincular con el ocultismo y la magia.
Luciano Berriatúa destaca las conexiones entre miembros del movimiento expresionista y diversas sectas y organizaciones de carácter esotérico, alguna de ellas de signo satanista. El ocultismo estaba de moda entre la burguesía alemana del periodo de entreguerras. Según Berriatúa, Nosferatu entronca con esa tendencia a causa de dos personas: el director artístico Albin Grau y el guionista Heinrich Galeen.
Hay un hecho que refuerza esta tesis: Murnau jamás habló sobre Nosferatu en ninguna entrevista. Como si no fuese obra suya.
Albin Grau fue un pintor y diseñador de quien se desconocen datos previos a su participación en la película. Incluso se especula con el hecho de que ese no fuera su verdadero nombre. En teoría, trabajó en diversas producciones hasta 1925, año en que dedicó sus esfuerzos al esoterismo.
Fue miembro de la sociedad esotérica Ordo Templo Orientis, inspirada en las enseñanzas de los templarios, y particularmente, en las del ocultista y vividor británico Aleister Crowley.
Grau abandonó esta orden tras una escisión, y fue el primer gran maestre de otra sociedad, la Fraternitas Saturni.
Berriatúa afirma que Grau fue el autentico impulsor del film y quien solicitó a Murnau que lo dirigiese, inspirándose en varias fuentes: la novela Drácula, obviamente; la película El Golem (Der Golem, Paul Wegener, 1920) y la novela en que se basa dicho film, El Golem, de Gustav Meynrik. Grau copió de la edición de 1915 las ilustraciones de Hugo Steiner-Prag, en las que se puede comprobar que el aspecto de golem es idéntico al de Nosferatu.
Heinrich Galeen nació en Dinamarca y, como Murnau, comenzó su carrera en la compañía teatral de Max Reinhardt. Fue discípulo del escritor Hans Heinz Ewers, autor de La mandrágora, quien perteneció a una sociedad de inspiración rosacruz y tuvo contactos con la Golden Dawn. Galeen también siguió las enseñanzas rosacruces de su mentor.
Según Berriatúa, dentro de Nosferatu hay un mensaje que sólo puede ser descifrado mediante las claves de las enseñanzas rosacruces, el ideario ocultista de Aleister Crowley y el credo de la O.T.O.
Con relación a este tema, hay una escena llamativa al comienzo de la cinta. Cuando Knock le encomienda a Hutter la gestión de los asuntos del conde, sostiene una carta plegada, remitida por el vampiro. No permite que el joven la vea en ningún momento y sólo la lee cuando se encuentra alejado o cubriéndola con su cuerpo.
Cuando puede verse, muestra por ambos lados del papel una serie de signos que no pertenecen a ningún alfabeto.
Una vez más, Berriatúa es clarificador: “Están llenas –nos dice– de signos tomados de auténticos grimorios y tratados paracelsianos. Estos extraños signos son tan convincentes que incluso podríamos intentar traducirlos”.
 Grau decora con símbolos y parafernalia ocultista el estudio del profesor Bulwer y las páginas ilustradas de El libro de los vampiros. Por cierto, estas sólo pueden verse dependiendo de la copia se contemple. En concreto, aparece un sello inspirado en un talismán griego y en un mosaico romano contra el mal de ojo.
 
 ¿ Max Schrec fue  quien interpretó el papel de Nosferatu?
 La identidad de Max Schreck ha estado dudosa durante años. De hecho, ha llegado a atribuirse la interpretación del vampiro a Murnau, al guionista Hans Rameau, al mismísimo Bela Lugosi e incluso a un auténtico vampiro. Lugosi es un rumor creible. Por esas fechas, el actor se encontraba en Alemania y había trabajado en la anterior película de Murnau, Der Januskopf, basada en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R.L. Stevenson. Sin embargo, ahí acaba todo, porque Lugosi no fue Nosferatu.
La idea de un vampiro real en la cinta  es descabellada incluso si nos tomamos en serio el mito. Todos sabemos que los no muertos no pueden ser registrados por ninguna cámara. Max Schreck tuvo una existencia real. Nació en Berlín en 1879 y perteneció a la compañía teatral de Max Reinhardt. Trabajó continuamente en la escena teatral y cinematográfica hasta su muerte en 1936.
Otra de las cuestiones que ha contribuido a complicar la identidad de Schreck es su apellido, traducible por algo similar a “miedo” o “terror”.
En todo caso, es posible, e incluso probable, que haya escenas en las que no sea Schreck quien esté bajo el maquillaje del vampiro, debido a que la mayoría de los actores de la época provenían del mundo teatral y simultaneaban esta carrera con la cinematográfica. Por lo tanto, cabe la posibilidad de que Schreck fuese reclamado para alguna función o gira y tuviese que ser doblado por otra persona en algún plano general.

 
Nosferatu es la primera película en la que el monstruo perece bajo los rayos del sol, a diferencia de lo que cuenta la novela de Stoker. Recuerden que Drácula puede exponerse y actuar a la luz del día, aunque con limitaciones y según en que circunstancias.
El guión le otorga poderes telequinéticos: puertas que se abren y cierran solas a su paso o la tapa del ataúd que se coloca por sí misma una vez que Nosferatu yace en el interior de éste, en la escena en que carga el carro con los féretros.
 
Por otro lado, es interesante la referencia que hace El libro de los vampiros sobre el nacimiento del primer Nosferatu, en 1446, lo cual le convierte en contemporáneo del autentico Vlad Drácula (1431-1476), personaje en el que Stoker se inspiró parcialmente para crear al Drácula literario.
Nosferatu hace gala de otros poderes directamente extraídos del original literario: tiene el vigor de varios hombres, e incluso es capaz de transportar un ataúd bajo el brazo por las calles de Bremen sin el menor esfuerzo. También se desvanece y materializa a voluntad, como sucede en la bodega del barco.
 F.W. Murnau  superó los cánones del expresionismo.

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