Es la más enigmática y sugerente obra del Bosco y una de las más profundamente analizadas e interpretadas del arte occidental. Se conserva en el Museo del Prado de Madrid, que alberga la más amplia colección mundial de tablas del maestro holandés. A falta de datos y documentos sobre el tema y el encargo de una obra tan singular, se han hecho las más diversas lecturas, desde el esoterismo a la alquimia, desde la ilustración de pasajes literarios al presunto vínculo del pintor con sectas heréticas milenarias. Las mayores particularidades iconográficas se concentran en la tabla central, que da título a toda la obra, pero también los dos paneles laterales presentan situaciones de interés y originalidad. Las tres tablas deben leerse como una secuencia. El punto de partida es jardín del Paraíso terrenal, donde tiene lugar la creación de Eva. En el mismo lugar cobran vida criaturas monstruosas, que compartirán con los hombres la felicidad de la tabla central y que volveremos a encontrar en la tabla de la derecha, en la escena del Infierno. El Bosco introduce en esta tabla instrumentos musicales como el láud, arpa, zanfonía utilizados por los demonios como instrumentos de tortura.