Es la más enigmática y sugerente obra del Bosco y una de las más profundamente analizadas e interpretadas del arte occidental. Se conserva en el Museo del Prado de Madrid, que alberga la más amplia colección mundial de tablas del maestro holandés. A falta de datos y documentos sobre el tema y el encargo de una obra tan singular, se han hecho las más diversas lecturas, desde el esoterismo a la alquimia, desde la ilustración de pasajes literarios al presunto vínculo del pintor con sectas heréticas milenarias. Las mayores particularidades iconográficas se concentran en la tabla central, que da título a toda la obra, pero también los dos paneles laterales presentan situaciones de interés y originalidad. Las tres tablas deben leerse como una secuencia. El punto de partida es jardín del Paraíso terrenal, donde tiene lugar la creación de Eva. En el mismo lugar cobran vida criaturas monstruosas, que compartirán con los hombres la felicidad de la tabla central y que volveremos a encontrar en la tabla de la derecha, en la escena del Infierno. El Bosco introduce en esta tabla instrumentos musicales como el láud, arpa, zanfonía utilizados por los demonios como instrumentos de tortura.
La iconografía del panel izquierdo es insólita aquí el pintor no representó la Creación, el Pecado original y la Expulsión, sino que se centro en la creación de Eva. Ya se pone de manifiesto desde el principio que el tema predominante del tríptico es la lujuria.
El estanque de agua oscura rodeado de criaturas marca temáticamente el paso de esta tabla al Jardín de las delicias. El pez muerto alude al pecado, la figura de la nariz alargada que lee un libro es una de las personificaciones del mal.
La imagen bíblica del Paraiso adquiere rasgos claramente nuevos; el tradicional Edén desbordante de árboles y frutos, se enriquece con insólitos minerales de colores pastel.
Una pareja de amantes en actitud lasciva, comete el pecado de la lujuria, rodeada por una inmensa bola transparente, excreencia natural de una flora exótica nacida del agua. El motivo de la esfera de vidrio está ligado a valores alquímicos, recuerda los instrumentos propios del alquimista y asociado a un antiguo proverbio flamenco que reza: La felicidad es como un vidrio pronto se quiebra".
Entre los personajes representados por el Bosco aparecen a veces hombres y mujeres negros. En alquimia alude el color negro al primer estadio de la materia. La mujer peluda de la derecha es considerada por algunos la imagen provocativa de una monja.
Las bayas rojas, las fresas y los frutos del bosque que aparecen por todas partes son el símbolo de la codicia de bienes terrenales y otra referencia simbólica más a la lujuria.
Las tablas del tríptico están llenas de animales, algunos de los cuales aparecen tanto en el Paraíso como en el Infierno. Bestias que evocan mundos exóticos, como elefantes o jirafas, conocidas por los inventarios zoológicos, van acompañadas de otras más comunes, elegidas por su valor simbólico. Criaturas presentes en las fuentes figurativas de la época se mezclan con animales fantásticos y extraños, monstruos híbridos creados por la fantasía del artista. El Mal, en el universo del Bosco, se esconde indefectiblemente bajo cualquier aspecto de la existencia.
En evidencia contraste con el cielo claro de las otras dos tablas, el fondo del infierno es oscuro, iluminado por el macabro resplandor de un inextinguible incendio.
En el centro del Infierno el Bosco ha pintado un autorretrato burlón, en forma de hombre-árbol, con los brazos-raíces sobre dos barcas, el cuerpo hueco alberga una especie de taberna infernal, frecuentada por diablos. En la cabeza tiene una plataforma giratoria con una cornamusa, símbolo del Mal y de la lujuria. A la izquierda aparecen un enorme par de orejas, traspasadas por una flecha y atravesadas por la larga hoja de un cuchillo. Entre los numerosos significados atribuidos a ese mecanismo infernal, parece convincente la referencia a la sordera del hombre al dicho evangélico: "Quien tiene orejas para oír que oiga".
Satán es el ser diabólico con cabeza de ave y una olla por sombrero que engulle a los condenados para después eliminarlos como excrementos en una fosa. En el mismo agujero, un avaro es condenado a expulsar monedas de oro, mientras otro pecador vomita su comida, justo castigo para un glotón. A lo pies del trono de Satanás yace inerte una mujer desnuda, con un sapo sobre el pecho, que refleja su rostro en un espejo ligado al trasero de un demonio: es el castigo para quien ha pecado de soberbia.
Cuando el tríptico esta cerrado las dos puertas forman una sola escena con un globo terráqueo que representa el tercer día de la creación siguiendo las creencias del momento con la tierra plana y abundantes plantas, rodeada de agua y una atmósfera esférica y cristalina. En la parte superior aparece la figura de Dios con un libro abierto e inscripciones en latín con letra gótica que reproducen pasajes del génesis.
Muchas gracias, tu post me ha recordado varios detalles de esta maravillosa obra de El Bosco.
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