miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE.

     Los egipcios no veían la muerte, como nosotros, como un fin, sino como el inicio de una nueva existencia. Para el viaje al Más Allá, se proveían de todo aquello que habían usado en vida. Muebles, alimentos y joyas son algunos de los objetos que se colocaban en la tumba junto al cuerpo momificado del difunto.
 
     Según creían el cuerpo constaba de diversas partes: el bai o alma, el ka o fuerza y el aj o fuerza divina inspiradora de vida. Para acceder a la vida después de la muerte, el ka necesitaba un soporte material que era el cuerpo del difunto. Éste debía mantenerse incorrupto, lo cual se conseguía con la técnica de la momificación. Los sacerdotes funerarios se encargaban de extraer las vísceras del cuerpo y lo embalsamaban. El tipo de momificación variaba según la clase social a la que pertenecía el difunto. La técnica de la embalsamaciòn era muy complicada y los sacerdotes debían tener conocimientos de anatomía para extraer los órganos sin dañarlos. Durante el proceso de momificación los sacerdotes colocaban amuletos entre las vendas con las que envolvían el cadáver, en las cuales había inscritas fórmulas destinadas a la supervivencia del difunto.
 
     Las vísceras una vez extraídas se lavaban y embalsamaban. Después se depositaban en cuatro jarras que representaban unas divinidades llamadas Hijos de Horus, las cuales las protegían de la destrucción. Estas jarras, con tapa en forma de hombre, mono, de chacal y de halcón, se conocen como vasos canopos. Estos se introducían en una caja que en el cortejo fúnebre, era arrastrada por un trineo.
 
AMSET. El hígado estaba en una jarra con tapa en forma de cabeza humana.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


  Un vaso con tapa en forma de chacal guardaba el estómago. DUAMUTEF
 
HAPI. La cabeza de mandril era el vaso que contenía los pulmones.










Un vaso con la cabeza de halcón guardaba los intestinos. KEBSENUF.
 
 
 
 
     Cubriendo la cabeza y los hombros de la momia, se colocaba una máscara funeraria que representaba el retrato del difunto. Habitualmente se utilizaban materiales  funerarios. El lecho sobre el que reposa la momia tiene la forma de león. Este animal es un motivo muy habitual en la decoración de muebles funerarios. Anubis pone las manos al difunto para quitarle el corazón y llevarlo al juicio, donde será pesado. En su lugar le pone un amuleto en forma de escarabajo. Una vez momificado el cuerpo se envolvía con vendas que se cubrían con resinas y aceites. Se han encontrado momias que tenían hasta veinte capas de vendas.
 
     El difunto debe se reconocido en el Más Allá. Por este motivo, encima de las vendas del cuerpo momificado se colocaba una máscara con un retrato idealizado. Las máscaras de los faraones estaban hechas de oro y lapizlázuli. Los faraones se representaban con la apariencia del dios Osiris, soberano de los muertos. En la cabeza llevaban el nemes, que era el tocado a rayas con el ureo, la serpiente protectora de los faraones, en la parte frontal. Los brazos aparecían cruzados sobre el pecho y con una mano sujetando el cetro real, mientras que con la otra sostenían un flagelo.
    
     Anubis era el guardián de las necrópolis y estaba presente en el momento de la momificación. Su cabeza en forma de chacal hace referencia a los animales que merodeaban por las tumbas. Los sacerdotes embalsadores lo tenían como patrón y cuando realizaban el ritual se ponían una máscara de chacal, adoptando el papel de Anubis.
 
 
 
 
    
     Entre las capas de los vendajes se colocaban diversos amuletos de escarabajos, de ojos de pilares y eran auténticas joyas. Eran colocados para protegerlos de los peligros que le podían acechar en el otro mundo. Un escarabajo se colocaba en lugar del corazón. En la parte trasera llevaba grabado un capítulo del Libro de los Muertos, que hacía referencia al juicio del alma.
 
     Una vez preparado el cadáver y depositado en el sacófago, tenía lugar una procesión que lo conducía a la tumba. El cortejo de iniciaba con el sacerdote funerario, al cual seguían los criados que portaban los objetos pertenecientes al difunto. Estos objetos le proporcionaría comodidad en el Más Allá. El sarcofago era arastrado por un trineo, mientras que otro trineo portaba los vasos canopos. Cuando la procesión llegaba a la tumba el sacerdote realizaba el ritual de apertura de la boca, con el que se creía que la momia volvía a la vida. Junto al sarcófago era depositado todo el ajuar funerario y las ofrendas y seguidamente se cerraba para que nadie turbara el reposo del faraón. Entonces se iniciaba el camino a ultraatumba. Anubis le conducía ante Osiris que junto con otros dioses realizaba el Juicio del Alma, en el que se pesaba el corazón del difunto. Si el peso de las malas acciones era superior al peso de una pluma el difunto era devorado por un monstruo. Si superaba esta prueba debía recorrer un mundo subterráneo lleno de peligros hasta el paraíso.
      Los ushebtis eran pequeñas estatuillas que se colocaban en la tumba del difunto y tenían la función de servirle en el Más Allá. En la parte delantera llevaban escrito un capítulo del Libro de los Muertos. Recitándolo se les dotaba de vida y podían trabajar en lugar del difunto. En algunas tumbas se han encontrado hasta trescientos sesenta y cinco, cada uno de los cuales correspondían a un día del año.
 
 
 
 
 
 
     En el cortejo fúnebre los criados llevaban múltiples aspectos de la vida cotidiana en el Antiguo Egipto. En las representaciones de estos se podían ver jarras, cofres, silllas, lechos, ropa, alimentos u otras muchas cosas.
 
     La momia se colocaba sobre un sarcófago, que podía ser de piedra, de madera recubierta con materiales preciosos o simplemente de madera. Al principio los sarcófagos eran rectangulares, pero más tarde se construyeron con forma humana. 
 
 
      En este cortejo fúnebre se pueden ver cofres en forma de capilla, destinadas a guardar objetos de materiales valiosos, silla del difunto ricamente decorado,  jarras que contienen aceites o ungüentos perfumados e instrumentos de escritura. Estos porteadores llevan falda o kilt plisado de lino blanco que se sujetaba a la cintura y en el Imperio Nuevo se llevaba una túnica sobre esta falda.
 
 
 
 
 
 
 
 
    
 
 
 
 
 
    
 
    


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